jueves, 2 de abril de 2009

LA SOGA














Él rodeo su cintura, le dio la vuelta y la miro. Y el solo rozar de su mano la estremeció, le alimento la imaginación. Ella con un parpadeo encogió su pecho, hasta resignarse a la voluntad de la brisa y no a los labios que quiere recordar…


Yo, no puedo más que mirar y reír, ver desde las graderías y esperar que la nostalgia me llene el rostro, porqué la menoría juega a ser carne cuando ya se pone pálida la frente y la nuca.

¡Como jugaba yo con aquella mujer que esta enfrente!, ahí, en el ruedo. Que tiempos esos. No necesitaba hablar ya todo había sido dicho y no había más remedio que mentir.

Ella no tenia ni idea que su mente era asaltada, que sus recuerdos se exhibían como en feria de pueblo, preparándose para mi canon.

Cada noche tomaba entre mis manos un baso de agua solo para imaginarla, imaginándome. Pidiendo a su conciencia descansar de tanto soñar a color. Cada palabra la desnudaba envolviéndola en perfumes húmedos y penetrantes. Pero como iba ella a saberlo si todo había sido meticulosamente planeado. Cada caricia, cada mirada, todo duraba lo necesario, necesario para que lo extrañara por ausencia y en exceso para poderlo saborear una próxima ocasión.

A su lado las tardes se median con cronometro y las calles se contaban por pasos hasta dar las cinco. Si, cuando suenan las campanas en las iglesias. Yo sabia que ese repicar la obligaba a cerrar los ojos y taparse con las manos los oídos. Ese era mí momento elegido, el momento de desaparecer. A las 5: 02 minutos ya estaba mirándola a la suficiente distancia para escuchar su monologo, esperar la complicidad de la noche y de mis vasos de agua.

Como le comento, ella que era mi primer experimento estaba dando buenos resultados, pero venia el siguiente paso. Para cambiar algo hay que derrumbarlo.

Esta parte del plan hacia valer el privilegio de la imaginación. Era como ponerse el traje de luces y por capa usar una cuerda atada a una pared por un extremo y al otro a mi mano. Le soltaba la soga para acercarme y ella se enredaba, me alejaba y no pudo más que tropezar.

Pero nadie ni siquiera ella que se caracterizaba por su liviandad e inocencia, cae tres veces en el mismo agujero. Ahora ya sabía leer ciertas jugadas y en ocasiones cuando me acerque demasiado me gane un rasguño o dos nunca algo grave a lo mucho sospechas.

Pero todo buen titiritero hace bailar hasta el fuego.

Me acerque a ella tanto que aprendió a no cerrar los ojos y taparse los oídos a las 5. Cayó el atardecer y seguía aferrada a mi mano, salio la luna, decidió no parpadear.

En este momento fue cuando decidí realmente cual iba a ser su final, ya era una mujer de verdad, con carácter fuerte pero dócil a mi mano. Lo único que quedaba era cerrar el telón y lo mejor seria no dilatarlo en el tiempo, de pronto hasta me encariñaba y que lió con eso.

Tome la soga, delinee una nube con ella y la invite a pasar dentro, le propuse cerrar los ojos, inhalar profundamente y que cantara. Ella sabía canciones pero invento una para este momento. Mientras tanto, hice de la nube su cuerpo hasta llegar al cuello, allí me detuve con fiereza, todo en mi se convirtió en fuerza de piano y violines. Su voz se unió a la sinfonía hasta cuando le falto el aire, empezó a agonizar lentamente, trato de gritar, todo fue inútil.

Entonces al verla dormida, sonriendo, en un cuadro iluminado por el sol matutino, desaparecí y ahora para siempre.

Así es camarada como me entretengo, bebiendo vino y observando los juegos que como le digo han cambiado mucho, ahora hay muchos toreros muertos.

GALTÓ


1 comentario:

Anónimo dijo...

esta muy propio compadre algun dia sera imagen