miércoles, 29 de abril de 2009

BrOcHaS

Ahora que he dejado de brincar cuando me da frio, no lo he hecho por que haya cesado el frio; mas bien me parece mas digno temblar naturalmente, asi temblar sea inicuo. No logro apartarme de la idea de la impiedad del mundo, pero he tomado la decisión mas cobarde. Saberme en un mundo criminal desde la decisión menos indigna, siempre convencido de una heroicidad perfecta. Es eso o declararme apasionadamente un salvador de la humanidad retirándole la gracia de mi compañía y de la de muchos otros. Pero en ejercicio de mi libertad me controlan los estigmas de una clase media que se sacia dentro del ejercicio consiente del voto, esperanzado en una justa representación de mis anhelos de utopía. Hasta donde llega la ingenuidad de un espíritu que confía sus utopías en la identificación con los anhelos de otro que siempre es el mismo a fuerza de democracia.

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gAlTó

domingo, 19 de abril de 2009

REDACCION

Otra vez siento la gran velocidad que el pensar a decidido llevar por falta de estimulación. Me exige que acelere mi cuerpo y el no responde. El cae lento y hace que todo lo demás sea demasiado lento. Tanta velocidad me extraña, pero lo único que anda tan rápido como la idea son los borradores que puedo usar frente a los diccionarios que no me sacio de inventar. Cadenas y cadenas que no atan nada, que se sostienen por espacios infinitos de vació entrecomillado, puntuado y desafinado por carencia de acento. Tanto mas y tanto mas es mi suerte de corredor a medida que doy rienda suelta a retumbante alfabeto. Que delirante puede ser cada estado de infinitos puntos que igual nunca se abrazan. No es un caminar, pero lo quiere ser si lo pienso en curva. Podría parecerse más a brincar la cuerda a fin de perder en el juego de seguir la canción que cambia de tiempos y erra en sus conjugaciones. Pero se encamina más a caer cuanto más tropiezo, otro tropiezo de ortografía insospechada y mal digitado. Punto.
GALTó

viernes, 3 de abril de 2009

GaLiMaTíAs


Un libro abierto quedo muerto y su corteza dura sueña inmóvil. Como ríos de letras corrió un cuento. Desgranándose lento, lento. Sin ninguna prisa por huir del papel, dijeron las letras soñar con páginas en blanco y las hojas querer volver a tener letras.

Quiso el cuento ya no estar muerto. Quiso el libro un aliento, que no fuese del viento. Una caricia de tacto puro, no rasguños fríos de vaso sucio

Si sabe a mar no es de dulce. Si no da sombra ya es noche. No crece de la tierra. No cae como gravedad


GALTó

jueves, 2 de abril de 2009

ARQUIMEDES


Doce, sesenta,
plenilunio, enflautado,
cuarenta y cinco, acalorado.
treinta y nueve, diez y seis,
subterraneo, colerico,
gordo, de traje,
be, se,
transbordo, con guitarra,
ache, vienti ocho, mixto,
heterosexual, sudando,
solitario,
entre miles
pero uno

GALTó

oblivion

La culpa fue suya por no haber enamorado,
por no haber rogado lo suficiente,
así que la mando a la orca y hasta a la guillotina,

no quiero saber mas de sus ojos bonitos
y sus historias reales
y sus sueños ingenuos
y sus besos tibios

que la fusilen por haberlo permitido
por callar tanto tiempo
y por hacerse la sorda

A la hoguera con su maldita inocencia
y por haber sido virgen
Yo la culpo,
por no haber enamorado

GALTó

LA SOGA














Él rodeo su cintura, le dio la vuelta y la miro. Y el solo rozar de su mano la estremeció, le alimento la imaginación. Ella con un parpadeo encogió su pecho, hasta resignarse a la voluntad de la brisa y no a los labios que quiere recordar…


Yo, no puedo más que mirar y reír, ver desde las graderías y esperar que la nostalgia me llene el rostro, porqué la menoría juega a ser carne cuando ya se pone pálida la frente y la nuca.

¡Como jugaba yo con aquella mujer que esta enfrente!, ahí, en el ruedo. Que tiempos esos. No necesitaba hablar ya todo había sido dicho y no había más remedio que mentir.

Ella no tenia ni idea que su mente era asaltada, que sus recuerdos se exhibían como en feria de pueblo, preparándose para mi canon.

Cada noche tomaba entre mis manos un baso de agua solo para imaginarla, imaginándome. Pidiendo a su conciencia descansar de tanto soñar a color. Cada palabra la desnudaba envolviéndola en perfumes húmedos y penetrantes. Pero como iba ella a saberlo si todo había sido meticulosamente planeado. Cada caricia, cada mirada, todo duraba lo necesario, necesario para que lo extrañara por ausencia y en exceso para poderlo saborear una próxima ocasión.

A su lado las tardes se median con cronometro y las calles se contaban por pasos hasta dar las cinco. Si, cuando suenan las campanas en las iglesias. Yo sabia que ese repicar la obligaba a cerrar los ojos y taparse con las manos los oídos. Ese era mí momento elegido, el momento de desaparecer. A las 5: 02 minutos ya estaba mirándola a la suficiente distancia para escuchar su monologo, esperar la complicidad de la noche y de mis vasos de agua.

Como le comento, ella que era mi primer experimento estaba dando buenos resultados, pero venia el siguiente paso. Para cambiar algo hay que derrumbarlo.

Esta parte del plan hacia valer el privilegio de la imaginación. Era como ponerse el traje de luces y por capa usar una cuerda atada a una pared por un extremo y al otro a mi mano. Le soltaba la soga para acercarme y ella se enredaba, me alejaba y no pudo más que tropezar.

Pero nadie ni siquiera ella que se caracterizaba por su liviandad e inocencia, cae tres veces en el mismo agujero. Ahora ya sabía leer ciertas jugadas y en ocasiones cuando me acerque demasiado me gane un rasguño o dos nunca algo grave a lo mucho sospechas.

Pero todo buen titiritero hace bailar hasta el fuego.

Me acerque a ella tanto que aprendió a no cerrar los ojos y taparse los oídos a las 5. Cayó el atardecer y seguía aferrada a mi mano, salio la luna, decidió no parpadear.

En este momento fue cuando decidí realmente cual iba a ser su final, ya era una mujer de verdad, con carácter fuerte pero dócil a mi mano. Lo único que quedaba era cerrar el telón y lo mejor seria no dilatarlo en el tiempo, de pronto hasta me encariñaba y que lió con eso.

Tome la soga, delinee una nube con ella y la invite a pasar dentro, le propuse cerrar los ojos, inhalar profundamente y que cantara. Ella sabía canciones pero invento una para este momento. Mientras tanto, hice de la nube su cuerpo hasta llegar al cuello, allí me detuve con fiereza, todo en mi se convirtió en fuerza de piano y violines. Su voz se unió a la sinfonía hasta cuando le falto el aire, empezó a agonizar lentamente, trato de gritar, todo fue inútil.

Entonces al verla dormida, sonriendo, en un cuadro iluminado por el sol matutino, desaparecí y ahora para siempre.

Así es camarada como me entretengo, bebiendo vino y observando los juegos que como le digo han cambiado mucho, ahora hay muchos toreros muertos.

GALTÓ